Crystal
Hoy estamos presenciando un cambio importante en el enfoque de la implantología oral, donde el foco de atención ha cambiado gradualmente de la búsqueda desesperada del máximo resultado terapéutico al paciente, quien ya no se percibe como un usuario pasivo del tratamiento, sino como el protagonista principal.
Esto sucede particularmente en el área de la escuela bifásica, tradicionalmente dedicada a la búsqueda de la perfección extrema del resultado, dado que su base científica, al menos inicialmente, estaba formada por talentosos científicos e investigadores poco acostumbrados a la práctica clínica, hasta el punto de que los máximos referentes ni siquiera eran dentistas. Muy diferente ha sido siempre la actitud de la escuela de implantología emergente que, al ser creada por profesionales acostumbrados a la mesa de operaciones, la cual les solía inspirar en sus estudios, siempre ha tenido que hacer frente a las necesidades de los pacientes, sus debilidades y sus exigencias.
Afortunadamente, la orientación está cambiando y la profesión moderna requiere y promueve el desarrollo de los métodos simples y mínimamente invasivos, cuya implementación completa no es posible sin el uso de los implantes emergentes monofásicos, entre los cuales Crystal® está a la vanguardia. Su fuerza es versátil y reside en el bajo traumatismo operativo, en la tendencia a minimizar el uso de intervenciones invasivas para la regeneración ósea, tratando de aprovechar al máximo el hueso natural del paciente, en la sencillez de los procedimientos con resultados positivos en términos de tiempo, y en el bajo coste biológico y económico.
Crystal® deriva claramente de los implantes que habían precedido, muchos años antes, a los estudios de Branemark, diseñados y utilizados por los pioneros de la implantología de la primera mitad del siglo pasado. No obstante, se irían transformando y perfeccionando debidamente a fin de combinar los últimos logros científicos con procedimientos de conocimientos antiguos pero no obsoletos, los cuales atesoran un inmenso patrimonio que el médico debe poner al servicio del paciente.